Prefacio;
Como me
gustaría que el mundo volviera a ser cursi…
Que la humanidad
recuperara el sentido romántico de la vida y junto a él, la tradición de los
noviazgos largos, las serenatas, las cartitas perfumadas, los apretones de
manos entre las rejas de los balcones. Como me gustaría vivir en un mundo más
discreto y decente donde el amor fuera una necesidad del alma y no un capricho
del cuerpo. Pero qué le vamos a hacer me tocó vivir una época insensible,
deshumanizada, obscena, en la que nadie respeta ya los sentimientos del prójimo…