Ya
habían pasado varios meses desde la última vez que había estado en el mismo
lugar que mis seres queridos. Me había desconectado socialmente de todos
aquellos que me importaban y me había enfocado únicamente en mi trabajo y en
terminar mi primer curso de Modelaje.
Decidí
hacer algo nuevo, después de que fui de compras a una boutique reconocida y una
diseñadora de modas me había insistido tanto en modelar algunos de sus diseños.
Acepte,
necesitando algo para distraerme de mis penas y de mis amores imposibles.
Dicen
que las penas son más llevaderas con el alcohol, otras, con las drogas, pero en
mi caso, ninguna de las dos opciones era válida, ni siquiera con la sangre, así
que mi única alternativa era concentrarme en otras cosas y mantenerme ocupada.
Solamente
había visto y hablado con Christopher unas cuantas veces, pero por puros
asuntos de “trabajo”. Quería que le explicara con detalle que sabía acerca de
“criaturas malignas bebedoras de sangre” asechando en Forks, omití que conocía
muchas de ellas, ya que las criaturas bebedoras de sangre eran mis amigos y
familiares. Pero si le di todos los detalles posibles acerca de los que me
secuestraron anteriormente y alguno que otro enemigo de mi familia. Pero
obviamente no especifique, no quería exponerlo a que se hiciera el valiente y
fuera a cazarlos y ellos pudieran más que Christopher. Se me hacía un nudo en
el estómago solo en pensar que le pudiera pasar algo malo por culpa mía y de mi
mundo. Por lo que decidí alejarme de él y tratar de olvidarlo. Un humano y una
bebedora de sangre como yo jamás podrían estar juntos. Añadiendo que él era un
cazador de los de mí especie. Debía olvidarlo definitivamente. Hay amores que están predestinados a estar
juntos, otros a estar juntos, pero peleando constantemente y otros, imposibles,
que ninguna de las dos opciones se hace valida… Yo era del tercer grupo.
Estaba
vistiéndome después de haber tomado una ducha en mi departamento para salir a
mi curso de modelaje de las 6:00 pm cuando recibí una llamada inesperada. Esto
era raro porque no había sonado mi teléfono en más de 5 meses más que en el de
mi casa y eran llamadas de Steven por el trabajo y de Verónica por el modelaje.
Conteste
algo confundida y me asombre más al ver quien era. Reina.
–¿Qué
sucede Reina?–
–¡Estrella!
¡Necesito que vengas rápido! ¡Ya va a naceeeeer!!
–¿Qué?
¡No esto no es cierto! ¿Dónde estás?
–En
mi casaaa, estoy sola. Por favor ven rápido.
–Claro,
llego en 5 minutos.
Colgué
y así como lo hice me puse mis zapatos, tome las llaves de mi auto y salí
corriendo hacia su casa. Esto era inesperado y en cierta forma alentadora.
Sentí como mi vida estaba empezando a cobrar algo de sentido. Un bebe es lo que
hacía falta en mi vida. Sol ya estaba grande y tenía su vida hecha, pero este…
Era una nueva vida que cuidar y llenar de amor. Además con Reina había
establecido un nuevo vínculo y estaba decidida a hacerla de nuevo mi familia.
Aun si eso significaba ignorar a mi propio hermano Tyler.
Llegué
a los 5 minutos a la casa de Reina y ella ya se encontraba afuera lista para
subir al auto.
A
simple vista se veía bien, pero ya de cerca se notaba una ligera capa de sudor
en su rostro y unas ojeras bien marcadas.
–¿Estas
bien?–pregunte aunque bien sabia la respuesta.
–No,
he tenido contracciones desde la madrugada. Estaba debatiéndome entre a quien
llamar–respondió algo cansada y ligeramente apenada.
–¿Por
qué rayos no me marcaste antes? ¡Estas poniendo tu vida y la del bebe en
riesgo!–
–Pensé
que solo sería por un momento y que Sol o alguien llegaría–me dijo con voz
entre cortada. Esto me estaba preocupando, se veía muy fatigada. Así que pise
el acelerador y me dirigí con el único doctor que conocía aparte de Carlisle
Cullen que sabía sobre partos “sobrenaturales”, el doctor Collins.
Al
llegar, la recepcionista como ya me conocía nos pasó inmediatamente a la sala
de urgencias. Ahí el doctor Collins preparo a Reina para el parto. Me quede con
sus cosas y decidí mejor esperar en la sala. Por nada del mundo entraría a la
sala de parto. Era mejor mantenerme alejada de la sangre por el momento. Tenía
2 meses sin beber sangre y debía evitar riesgos innecesarios.
Pasaron
las horas y Reina seguía en labor de parto. Una enfermera salió tres veces para
avisarme el estado de mi cuñada. Era algo difícil pero después de 3 horas, por
fin nació y Reina estuvo fuera de peligro.
–Puede
pasar, Señorita Farro–me dijo la enfermera con una sonrisa.
Accedí
a la habitación que le habían asignado y
ahí estaba. En ese momento mi corazón se detuvo y mi mundo junto con él. Era la
cosita más hermosa que había visto. Desafortunadamente no había podido estar
presente en el nacimiento de Sol, pero esta bebe, era hermosa. Tan pequeña y
frágil que sentí la necesidad de querer protegerla de todos los peligros,
incluso de mi si es necesario. Me acerque y Reina algo soñolienta me la entrego
con una sonrisita de satisfacción.
–Es
niña– dijo con orgullo. Tome a la bebe en mis brazos con cuidado deseando yo
ser su madre. Era una pequeña muñeca de apenas 48 centímetros y 3 casi 4 kilos.
Estaba toda rosita, aun en la espera de su color natural, y con los ojos
cerrados. Deseaba saber a quién habría sacado los ojos, ¿de color como los de Tyler y míos, o marrones como los de
Reina?
Su
cabello, aunque era poco, estaba claro que sería color castaño claro y rizado.
De grande seria la envidia de todas las chicas humanas.
–No
le digas a Tyler, ella es mía, ¿entiendes? –me dijo Reina con fiereza y asentí,
no quería hacer que se exaltara. Por ahora no llamaría a mi hermano, pero él tenía
el derecho y el deber de saber de su hija.
–No
le diré, pero esta bebe, también es mía. No puedes apartarme de ella–le dije
mirando a la cosita que tenía en mis brazos. No podía dejar de admirarla.
–Bien…
–respondió con una sonrisa y añadió. –Gracias por estar conmigo en estos
momentos–
–Es
un placer–
Poco
tiempo después la enfermera me pidió que abandonara la habitación para que
Reina descansara porque aún seguía con pocas energías por el parto y para que
alimentara a la bebe. Me preguntaba que le darían de comer pero eso era la
menor de mis preocupaciones.
Salí
rumbo a la tienda más cercana para comprar lo básico para mi sobrina. Pañales,
cobertores, ropita, y decidí comprarle también a Reina algo. Pague y corrí de
nuevo a la clínica del doctor Collins, iba entrando a la recepción cuando
alguien casi me golpea con la puerta, gracias a mis reflejos logre hacerme un
lado pero no pude salvar las cosas y cayeron al suelo.
–¡Demonios!
¡Estúpido, imbécil! –maldecí en voz baja a quien me tiro e inmediatamente me
agache, el estúpido se agacho también para ayudarme.
–Sigues
siendo tan adorable, Estrella–me respondió y me quede estática. Conocía esa
voz. Levante mi rostro y ahí estaba la personificación de un dios griego. Mi
Christopher.
–Que…
¿Qué estás haciendo aquí? –pregunte mientras me ayudaba a levantarme con una
mano.
–Mi
tío es el dueño de la clínica, ¿recuerdas? –respondió sarcástico. Claro que lo
recordaba pero no esperaba encontrármelo aquí justo ahora.
–Sí,
lo sé, pero… Está bien, recapitulo, ¿Qué estás haciendo aquí justo ahora? –añadí
con cansancio pero con una sonrisa en el
rostro.
–Vine
a ver a mi tío y me dijo que aquí estabas pero habías salido por unas cosas, te
espere, pero como vi que tardabas decidí ir a buscarte. Pensé que podrías ser
secuestrada de nuevo y necesitar mi ayuda–
–Ja
ja ja, que caballeroso, pero estoy bien, puedo cuidarme sola–respondí algo
irritada. ¿Tan indefensa me estaba volviendo?
–Si
claro, pudiste cuidarte muy bien hace unos meses–contraatacó con sarcasmo y
apelando por mi incidente pasado.
–Eso
no cuenta, me tomo por sorpresa y estaba débil, ahora ya no–respondí con fuerza
y le mostré mis colmillos como una broma. Por un segundo note que palideció
ante eso y por un momento me arrepentí, frunció el ceño levemente como
debatiéndose y me reprendí mentalmente. “Idiota,
sabes que odia a los vampiros y tú le muestras tus colmillos”. Por un
segundo pensé alejarme sin despedirme pero él recobro la compostura y me sonrió
sarcásticamente.
–Veamos
qué tan fuerte estas hoy–me tomo de la cintura y me acerco a él tomándome desprevenida,
nuestros rostros estaban a pocos centímetros de distancia y pude sentir el
calor de su cuerpo. Su aliento lleno mi nariz, y me recordó el por qué yo no
podía merecerlo. Después de todo este tiempo… él todavía hacia agua mi boca. Me
solté delicadamente de él y le sonreí lo mejor que pude.
–Eso
es jugar sucio, pero si me disculpas, tengo una bebe esperándome–añadí e hice
ademan de marcharme pero me tomo el brazo.
–Espera,
yo también quiero conocerla–dijo con seriedad y me sorprendió eso. ¿Quería
conocerla? ¿Para qué? ¿Quería comprobar que fuera una bebe normal y no una
bebedora de sangre? Aquel pensamiento me enfureció pero decidí dejarlo pasar y me
encamine a la habitación de maternidad. Christopher me iba siguiendo en
silencio.
Entramos
a la habitación y Reina estaba dormida o eso pensé yo porque tenía los ojos
cerrados, mi sobrina estaba en su regazo igualmente dormida. Por lo visto ya
habían comido las dos. Puse las cosas que compre para ambas en la mesita y me
acerque a la bebe para cargarla. Christopher era una máscara sin sentimientos.
Y si tenía, no podía notarlos. Me pidió cargarla y dude en dársela. Me aseguro
que estaría bien y se la pase. Al tomarla, su cara manifestó ternura.
–Te
aseguro que tus hijas serán igualmente hermosas que esta niña. Es un ángel. Tan
pura como el Cristal. Como tú lo aparentas…–termino con una sonrisa irónica y
me resistí a darle un codazo. Por un segundo, me pareció ver que Reina y la
bebe inclusive estaban sonriendo, aunque puede que fuera solo producto de mi imaginación.
Se hizo un cómodo silencio entre los dos y a los pocos minutos Reyna despertó.
No como me hubiera gustado verla. Aun se veía cansada y enferma. Me asusto.
–¿Estas
bien? ¿Necesitas beber algo?–pregunte dulcemente y ella negó cuando vio a Chris
estremecerse ligeramente.
–No.
Solo necesito descansar. Necesitamos nombrar a la bebe. Y espero que tu –se dirigió
a Chris– cuides bien de ella–. Termino suavemente con una sonrisa y se volvió a
dormir. Quizá solo estuviera soñando. No sabía a quién se refería que cuidara
bien, pero supuse que sería a la bebe y tenía razón, debíamos ponerle un
nombre, pero ya tendríamos tiempo cuando despertara de nuevo…