sábado, 22 de noviembre de 2014

Estrella Deneb Farro - Capítulo 7

Ya habían pasado varios meses desde la última vez que había estado en el mismo lugar que mis seres queridos. Me había desconectado socialmente de todos aquellos que me importaban y me había enfocado únicamente en mi trabajo y en terminar mi primer curso de Modelaje.
Decidí hacer algo nuevo, después de que fui de compras a una boutique reconocida y una diseñadora de modas me había insistido tanto en modelar algunos de sus diseños.
Acepte, necesitando algo para distraerme de mis penas y de mis amores imposibles.
Dicen que las penas son más llevaderas con el alcohol, otras, con las drogas, pero en mi caso, ninguna de las dos opciones era válida, ni siquiera con la sangre, así que mi única alternativa era concentrarme en otras cosas y mantenerme ocupada.
Solamente había visto y hablado con Christopher unas cuantas veces, pero por puros asuntos de “trabajo”. Quería que le explicara con detalle que sabía acerca de “criaturas malignas bebedoras de sangre” asechando en Forks, omití que conocía muchas de ellas, ya que las criaturas bebedoras de sangre eran mis amigos y familiares. Pero si le di todos los detalles posibles acerca de los que me secuestraron anteriormente y alguno que otro enemigo de mi familia. Pero obviamente no especifique, no quería exponerlo a que se hiciera el valiente y fuera a cazarlos y ellos pudieran más que Christopher. Se me hacía un nudo en el estómago solo en pensar que le pudiera pasar algo malo por culpa mía y de mi mundo. Por lo que decidí alejarme de él y tratar de olvidarlo. Un humano y una bebedora de sangre como yo jamás podrían estar juntos. Añadiendo que él era un cazador de los de mí especie. Debía olvidarlo definitivamente.  Hay amores que están predestinados a estar juntos, otros a estar juntos, pero peleando constantemente y otros, imposibles, que ninguna de las dos opciones se hace valida… Yo era del tercer grupo.
Estaba vistiéndome después de haber tomado una ducha en mi departamento para salir a mi curso de modelaje de las 6:00 pm cuando recibí una llamada inesperada. Esto era raro porque no había sonado mi teléfono en más de 5 meses más que en el de mi casa y eran llamadas de Steven por el trabajo y de Verónica por el modelaje.
Conteste algo confundida y me asombre más al ver quien era. Reina.
–¿Qué sucede Reina?–
–¡Estrella! ¡Necesito que vengas rápido! ¡Ya va a naceeeeer!!
–¿Qué? ¡No esto no es cierto! ¿Dónde estás?
–En mi casaaa, estoy sola. Por favor ven rápido.
–Claro, llego en 5 minutos.
Colgué y así como lo hice me puse mis zapatos, tome las llaves de mi auto y salí corriendo hacia su casa. Esto era inesperado y en cierta forma alentadora. Sentí como mi vida estaba empezando a cobrar algo de sentido. Un bebe es lo que hacía falta en mi vida. Sol ya estaba grande y tenía su vida hecha, pero este… Era una nueva vida que cuidar y llenar de amor. Además con Reina había establecido un nuevo vínculo y estaba decidida a hacerla de nuevo mi familia. Aun si eso significaba ignorar a mi propio hermano Tyler.
Llegué a los 5 minutos a la casa de Reina y ella ya se encontraba afuera lista para subir al auto.
A simple vista se veía bien, pero ya de cerca se notaba una ligera capa de sudor en su rostro y unas ojeras bien marcadas.

–¿Estas bien?–pregunte aunque bien sabia la respuesta.
–No, he tenido contracciones desde la madrugada. Estaba debatiéndome entre a quien llamar–respondió algo cansada y ligeramente apenada.
–¿Por qué rayos no me marcaste antes? ¡Estas poniendo tu vida y la del bebe en riesgo!–
–Pensé que solo sería por un momento y que Sol o alguien llegaría–me dijo con voz entre cortada. Esto me estaba preocupando, se veía muy fatigada. Así que pise el acelerador y me dirigí con el único doctor que conocía aparte de Carlisle Cullen que sabía sobre partos “sobrenaturales”, el doctor Collins.

Al llegar, la recepcionista como ya me conocía nos pasó inmediatamente a la sala de urgencias. Ahí el doctor Collins preparo a Reina para el parto. Me quede con sus cosas y decidí mejor esperar en la sala. Por nada del mundo entraría a la sala de parto. Era mejor mantenerme alejada de la sangre por el momento. Tenía 2 meses sin beber sangre y debía evitar riesgos innecesarios.
Pasaron las horas y Reina seguía en labor de parto. Una enfermera salió tres veces para avisarme el estado de mi cuñada. Era algo difícil pero después de 3 horas, por fin nació y Reina estuvo fuera de peligro.
–Puede pasar, Señorita Farro–me dijo la enfermera con una sonrisa.
Accedí a la habitación que le habían asignado  y ahí estaba. En ese momento mi corazón se detuvo y mi mundo junto con él. Era la cosita más hermosa que había visto. Desafortunadamente no había podido estar presente en el nacimiento de Sol, pero esta bebe, era hermosa. Tan pequeña y frágil que sentí la necesidad de querer protegerla de todos los peligros, incluso de mi si es necesario. Me acerque y Reina algo soñolienta me la entrego con una sonrisita de satisfacción.

–Es niña– dijo con orgullo. Tome a la bebe en mis brazos con cuidado deseando yo ser su madre. Era una pequeña muñeca de apenas 48 centímetros y 3 casi 4 kilos. Estaba toda rosita, aun en la espera de su color natural, y con los ojos cerrados. Deseaba saber a quién habría sacado los ojos, ¿de color como los  de Tyler y míos, o marrones como los de Reina?
Su cabello, aunque era poco, estaba claro que sería color castaño claro y rizado. De grande seria la envidia de todas las chicas humanas.

–No le digas a Tyler, ella es mía, ¿entiendes? –me dijo Reina con fiereza y asentí, no quería hacer que se exaltara. Por ahora no llamaría a mi hermano, pero él tenía el derecho y el deber de saber de su hija.
–No le diré, pero esta bebe, también es mía. No puedes apartarme de ella–le dije mirando a la cosita que tenía en mis brazos. No podía dejar de admirarla.
–Bien… –respondió con una sonrisa y añadió. –Gracias por estar conmigo en estos momentos–
–Es un placer–

Poco tiempo después la enfermera me pidió que abandonara la habitación para que Reina descansara porque aún seguía con pocas energías por el parto y para que alimentara a la bebe. Me preguntaba que le darían de comer pero eso era la menor de mis preocupaciones.
Salí rumbo a la tienda más cercana para comprar lo básico para mi sobrina. Pañales, cobertores, ropita, y decidí comprarle también a Reina algo. Pague y corrí de nuevo a la clínica del doctor Collins, iba entrando a la recepción cuando alguien casi me golpea con la puerta, gracias a mis reflejos logre hacerme un lado pero no pude salvar las cosas y cayeron al suelo.

–¡Demonios! ¡Estúpido, imbécil! –maldecí en voz baja a quien me tiro e inmediatamente me agache, el estúpido se agacho también para ayudarme.
–Sigues siendo tan adorable, Estrella–me respondió y me quede estática. Conocía esa voz. Levante mi rostro y ahí estaba la personificación de un dios griego. Mi Christopher.
–Que… ¿Qué estás haciendo aquí? –pregunte mientras me ayudaba a levantarme con una mano.
–Mi tío es el dueño de la clínica, ¿recuerdas? –respondió sarcástico. Claro que lo recordaba pero no esperaba encontrármelo aquí justo ahora.
–Sí, lo sé, pero… Está bien, recapitulo, ¿Qué estás haciendo aquí justo ahora? –añadí con cansancio pero con  una sonrisa en el rostro.
–Vine a ver a mi tío y me dijo que aquí estabas pero habías salido por unas cosas, te espere, pero como vi que tardabas decidí ir a buscarte. Pensé que podrías ser secuestrada de nuevo y necesitar mi ayuda–
–Ja ja ja, que caballeroso, pero estoy bien, puedo cuidarme sola–respondí algo irritada. ¿Tan indefensa me estaba volviendo?
–Si claro, pudiste cuidarte muy bien hace unos meses–contraatacó con sarcasmo y apelando por mi incidente pasado.
–Eso no cuenta, me tomo por sorpresa y estaba débil, ahora ya no–respondí con fuerza y le mostré mis colmillos como una broma. Por un segundo note que palideció ante eso y por un momento me arrepentí, frunció el ceño levemente como debatiéndose y me reprendí mentalmente. “Idiota, sabes que odia a los vampiros y tú le muestras tus colmillos”. Por un segundo pensé alejarme sin despedirme pero él recobro la compostura y me sonrió sarcásticamente.
–Veamos qué tan fuerte estas hoy–me tomo de la cintura y me acerco a él tomándome desprevenida, nuestros rostros estaban a pocos centímetros de distancia y pude sentir el calor de su cuerpo. Su aliento lleno mi nariz, y me recordó el por qué yo no podía merecerlo. Después de todo este tiempo… él todavía hacia agua mi boca. Me solté delicadamente de él y le sonreí lo mejor que pude.
–Eso es jugar sucio, pero si me disculpas, tengo una bebe esperándome–añadí e hice ademan de marcharme pero me tomo el brazo.
–Espera, yo también quiero conocerla–dijo con seriedad y me sorprendió eso. ¿Quería conocerla? ¿Para qué? ¿Quería comprobar que fuera una bebe normal y no una bebedora de sangre? Aquel pensamiento me enfureció pero decidí dejarlo pasar y me encamine a la habitación de maternidad. Christopher me iba siguiendo en silencio.
Entramos a la habitación y Reina estaba dormida o eso pensé yo porque tenía los ojos cerrados, mi sobrina estaba en su regazo igualmente dormida. Por lo visto ya habían comido las dos. Puse las cosas que compre para ambas en la mesita y me acerque a la bebe para cargarla. Christopher era una máscara sin sentimientos. Y si tenía, no podía notarlos. Me pidió cargarla y dude en dársela. Me aseguro que estaría bien y se la pase. Al tomarla, su cara manifestó ternura.

–Te aseguro que tus hijas serán igualmente hermosas que esta niña. Es un ángel. Tan pura como el Cristal. Como tú lo aparentas…–termino con una sonrisa irónica y me resistí a darle un codazo. Por un segundo, me pareció ver que Reina y la bebe inclusive estaban sonriendo, aunque puede que fuera solo producto de mi imaginación. Se hizo un cómodo silencio entre los dos y a los pocos minutos Reyna despertó. No como me hubiera gustado verla. Aun se veía cansada y enferma. Me asusto.
–¿Estas bien? ¿Necesitas beber algo?–pregunte dulcemente y ella negó cuando vio a Chris estremecerse ligeramente.

–No. Solo necesito descansar. Necesitamos nombrar a la bebe. Y espero que tu –se dirigió a Chris– cuides bien de ella–. Termino suavemente con una sonrisa y se volvió a dormir. Quizá solo estuviera soñando. No sabía a quién se refería que cuidara bien, pero supuse que sería a la bebe y tenía razón, debíamos ponerle un nombre, pero ya tendríamos tiempo cuando despertara de nuevo…

Estrella Deneb Farro - Capítulo 6

*Estaba sentada en el balcón de la mansión Cullen, ubicada en las afueras de Forks, estaba ahí por el funeral de Chace. Un miembro del Clan Cullen. Solo estaba mirando fijamente la hermosa vista que tenía y pensando que hacer con mi vida. Durante meses, viví aislada de la sociedad y especialmente de mi familia. Ahora, no estaba segura de poder seguir haciéndolo.
Lo primero que notaba de la vista que tenía enfrente de mí, eran sombras puntiagudas se elevaban en lo alto y que parecían llegar hasta el cielo, mostrando un hermoso crepúsculo.
El bosque de Forks, era mi lugar preferido en todo el mundo, por más ciudades que visitara, siempre regresaría a mi hogar.
Recordaba que cuando era una niña de escasos tres años y ajena a todo el mundo sobrenatural, corría por el bosque tratando de esconderme de mis dos hermanos mayores, Jared y Tyler. Ellos ya ni siquiera lo recuerdan, tal parece que se hicieron adultos y su infancia se desvaneció. Y otra que se desvaneció fue mi madre Scarlett. Que me abandono a mi suerte, ya que a Uriel, mi padre, le importaba muy poco lo que me sucediera.
A pesar de los malos momentos que pasamos, esos tres hombres tenían su propia vida hecha, ya sea para bien o para mal, pero estaban rodeados de personas que los querían. Tyler se había casado con Rebekah, tenía ya una hija, mi hermosa Sol y ahora Reyna estaba esperando a otro bebe de él. ¿Y yo que tenía? Nada. Absolutamente nada.
Después de que ella me recogiera de la casa de Christopher, un chico que me había acogido después de mi incidente con el maldito vampiro chupasangre, la lleve hasta la clínica para confirmar mis sospechas. Al tener una plática con Steven y Chris, me dejaron pensando en que debía acercarme más a mi familia y por ello lo hice. Mi mente era todo un lio, mas por el hecho de que Christopher entrara a mi vida…

**Flashback**
Estaba acostada en algo muy suave, cuando abrí los ojos descubrí una habitación blanca muy linda, pero desconocida  para mí.
Cuando desperté de una inconciencia que según lo que me dijeron había durado muchos días, lo único que había notado a simple vista habían sido dos antifaces. Mi antifaz plateado del baile de máscaras y uno parecido al del chico de ojos tricolor con el que bailé. Me sentía incomoda en el lugar, por lo que busque una salida y lo único que encontré fue una puerta, ya que la ventana tenia rejas muy resistentes, como las de una cárcel, pensé. Alguien había cambiado mi blanco vestido destrozado del baile por un bonito vestido azul celeste ajustado a mi cuerpo a la altura de la rodilla con tirantes pequeños, además de una chaqueta moderna negra. Me asustaba por que no era mío. Un motivo más para salir de ahí. Así que sigilosamente abrí la puerta cuando alguien me tapo la boca con una mano mientras con la otra me apretaba de la cintura para inmovilizarme.
Traté de soltarme pero era estúpidamente imposible. Era demasiado fuerte.
–Tranquila, no hagas ningún ruido ni trates de hacer algo estúpido porque te podría ir mal. ¿Entendiste? Te soltare a las tres…– me dijo con una voz masculina tan melodiosa que resultó serme familiar.
Asentí tranquilamente con tal de que me liberara y quizá así pueda atacarlo fácilmente.
–Uno… Dos… Tres…–me suelta de la mano con la que cubre mi boca y con la otra me gira hasta quedar frente a él. ¡No…! No… Esto no podía ser cierto. ¡Era el mismo chico del avión!
–¿Quién eres? ¿Qué quieres de mí?–pregunté rápidamente llena de nervios. Esto era extraño. Estaba tan guapo como la  primera vez que lo había visto en el avión. Piel bronceada y músculos evidentes. Pero esos ojos aún seguían siendo mi perdición. Ojos tricolor. Pero no debía pensar en eso, quizá intento matarme y debía escapar de ahí. Pensaba mil posibilidades de escape y como podría con un movimiento limpio encajarle mis colmillos y robarme su sangre, quizá con ella me fortalecería un poco. Aunque me costara pensarlo si debía sobrevivir, debía hacerlo.
–Soy Christopher Alexander Collins. Salve tu vida. Y… oh… en vez de estar pensando en atacarme deberías agradecer que no te mate–responde tranquilamente, como si habláramos del clima, aun no me ha soltado, por lo que siento su cálido aliento de menta en mi nariz.
–¿Podrías soltarme?-pregunte sarcásticamente dirigiéndole una mirada algo seductora, esperando tuviera algún efecto, pero el resultado fue nulo.
–Solo si prometes que no harás ningún movimiento brusco–respondió sin inmutarse.
–¡Bien! ¡Pero suéltame de una maldita vez!-
–Qué carácter Estrella, y pensar que en el avión y en baile pensé que eras un ángel. Y uhmm… El vestido te queda excelente–termino irónico mientras me soltaba y yo retrocedía unos pasos.
–Así que me recuerdas y sabes mi nombre. ¿Qué rayos quieres de mí?-
–Matarte–dijo sin pensarlo mucho. Retrocedí más hasta topar con la cama.
–Si eso quieres, ¿Por qué no lo haces de una vez? ¿Por qué no lo hiciste cuando tuviste tu oportunidad y estaba débil?
–Porque, Estrella, a pesar de querer matarte, me resultas demasiado encantadora. Quizá sea tu esencia lo que me atrae o quizá es el instinto sobreprotector que no me deja desde aquella vez en el avión… O el que fue más fuerte después de que estúpidamente me dejaras plantado en el baile y fueras capturada por ese repugnante chupasangre… ¡Porque tenías que irte y encontrarte con él! ¿Sabes todo el tiempo que me pudiste haber ahorrado al tratar de encontrarte? Y además no puedo hacerte daño porque se lo prometí a Steven–respondió como confundido y supe, a pesar de ser algo incoherente que era verdad.
–¿Qué? Nadie te pidió ayuda, yo sola pude deshacerme de Damién, además, ¿qué sabes tú de Steven  y de mí?... Y debo advertirte que no puedo hacer nada para que tú obtengas mis poderes, la sangre de bruja correrá por mis venas pero no puedes hacer uso de ellos mientras no sepa controlarla–inquirí sinceramente. Si me quería matar, que lo hiciera, así ya nadie podrá disponer de algo que ni yo misma se manejar.
–¿Así que es eso? ¡Eres una bruja! Esto sí que es extraño y perturbador. ¡Maldita sea, debí matarte! ¡¿Por qué tenía que acudir a él?! –se exaltó y al mismo tiempo me exalto a mí. Tenía razón, era extraño y perturbador en el sentido de que estaba frente a un humano psicópata que conocía a Steven y por lo visto le tenía cierto respeto.
–Adelante Christopher, no te tengo miedo. Tampoco tengo miedo a morir–. Decir su nombre en alto, por primera vez era algo que simplemente saboreaba en mi paladar. Como algo inmensamente dulce.
–¡Cállate! ¿Acaso no lo entiendes, Estrella? ¿No ves esto de la misma forma retorcida como yo lo veo? –me callo en tono de broma. Estaba empezando a incomodarme. Quizá debía encajarle mis colmillos de una maldita vez y extraerle toda la sangre, así me evitaría todo esta confusión y por lo visto se la ahorraría a él también.
–Lo que se, es que me debo ir, o terminare matándote yo primero–gruñí mientras tomaba mi antifaz de la mesita y me alejaba.
–¿Tu matarme a mí, o yo matarte a ti?–pregunto Christopher con una sonrisa en el rostro mientras se acercaba lentamente a mí. Hasta este momento me había propuesto a mí misma olvidarme del hecho de haberme “enamorado” de él, y ahora con esa estúpida sonrisa, mis pocas defensas se venían abajo. Esa sonrisa me había hecho acordarme de esa primera vez que lo vi. De esa primera vez que había admirado sus hermosos ojos de color y sonrisa de ensueño. Añadiendo que me tenía entre sus brazos como aquel baile, me provocaba escalofríos llenos de sentimientos encontrados…
Trate de golpearlo al notar sus intenciones, y me separe bruscamente de él.
Pero fue más rápido que yo y me tiro al suelo, esta vez quedando entre el suelo y su gran cuerpo. Fue ahí cuando la atracción física se hizo más presente. Si antes alguno de los dos había demostrado sentir cierta atracción hacia el otro, esta vez era más fuerte.
La primera vez en el avión había surgido cierta química y se había portado muy caballeroso. En el baile se había mostrado misterioso y muy seductor, pero sin embargo, esta faceta de confundido y a la vez altanero también me atraía. Su maldita esencia me atraía, al igual que su sangre. Era por ello que quería alejarme y a la vez mantenerme cerca de él. Trate de golpearlo para tomarlo desprevenido, pero él me sorprendió a mí, tomándome de la cabeza y dándome un beso. Pero maldita sea, no era un beso cualquiera, era un apasionado beso. Que hizo estremecer toda mi piel. Su beso me tomo desprevenida, pero al cabo de pocos segundos le correspondí. Mi cuerpo reacciono de forma inmediata ante él. Todo esto que sentía por él era tan nuevo.  Su sabor era aún más exquisito de lo que pensaba. Tan dulce y tan fiero a la vez. Una vez que se nos agotó el aliento, él se separó lentamente de mí y me miro con una expresión sombría, lo que menos me esperaba. Me ayudo a levantarme como todo un caballero y salió de la habitación dejándome anonadada. Me debatí entre que hacer. ¿Esperarlo o huir? Al cabo de unos pocos minutos se abrió la puerta y llego Steven, mi amigo y jefe. Corrí a abrazarlo y él me sonrió de oreja a oreja.
–¡Steven! ¡Cuánto me alegra verte! ¿Cómo llegaste aquí?–exclame confundida pero alegre de verlo aquí.
–Estrella, estamos en mi casa... Alex te trajo hasta aquí–respondió lentamente como si le estuviera hablando a una niña de 2 años o tuviera miedo de que la noticia me afectara.
–¿Tu casa? ¿Alex?–miles de pensamientos llegaron a mi mente. Steven había mencionado que su hijo se llamaba Alex y que estudiaba en el Instituto Forks, después de haber llegado nuevamente tras un intercambio estudiantil. Pero esto… Era demasiada coincidencia.
–Alex, Christopher, como quieras decirle, es mi hijo. Bueno, adoptivo. Lo adopte cuando era muy joven aún. Hay muchas cosas que debes entender y escucharme, ¿está bien Estrella? Necesito que entiendas para que comprendas la situación–. Esto me estaba alarmando, pero asentí tranquilamente.
–Alex es cazador de vampiros…–cuando Steven lo dijo no pude reprimir una carcajada al pensar que se trataba de una broma, pero al notar que no se inmutaba me puse tensa.
–Vamos, ¿es enserio?–pregunte sarcástica.
–Sí, Estrella. Desde joven fue un enemigo de vampiros, se obsesiono tanto que indago en Italia y casi muere a manos de los Vulturis, seguramente tú has escuchado de ellos, ¿no?-asentí lentamente para no interrumpir su relato. –El presencio a un vampiro asesinar a unos humanos, por lo que se prometió investigar más sobre las leyendas y en efecto, descubrió que muchas de ellas eran verdad. Al conocerte a ti, sabía que había algo extraño y antinatural, llámalo su intuición. Me platico de una chica, pero ignoraba el hecho de que fueras tú y ¡gracias a Dios que te trajo conmigo antes de que decidiera tu destino! Le tuve que aclarar que eras mitad demonio pero que eras muy buena persona y que además ya le había contado de ti por lo que se detuvo un poco, afortunadamente…–termino con una sonrisita picara. ¿Qué demonios le sucedía?
–Ok, entiendo. Él es un cazador de vampiros y pensaba que yo era uno. ¿Qué demonios le ocurre? ¿Cómo se le ocurrió semejante estupidez? ¿No me vio mis ojos? ¿Acaso parecen rojos? Ese chico está loco, ¿escuchaste? ¡Loco! Y lo peor de todo es que es tu hijo…–termine algo histeria. Me había enamorado de un estúpido humano que es cazador de vampiros, y estaba segura que no era muy amigo de los demonios y las brujas. Y eso era justamente lo que yo era…
*Fin del Flashback*

Después de haber platicado un poco más con Steven, o más bien tratando de controlar mi histeria. Llame a Reyna para que me recogiera ahí. Según su tono desesperado, me había estado llamando. Agradecía en silencio su preocupación. Me hacía sentir un poco necesitada. Hable un poco con Christopher, el ambiente entre los dos era tenso. Después del beso, no sabíamos ni que decir, y en cierto modo lo entendía.
Cuando llego por mi Reyna, fuimos con el doctor Collins,  o más bien la obligue a ir, él era un primo de mi jefe Steven y conocía nuestra naturaleza sobrenatural y ahí nos confirmó que estaba embarazada. Ella estaba un poco trastornada, la entendía en cierto modo. Embarazada de alguien que ya ni siquiera es su esposo y está casado con otra mujer solo por una estúpida alianza. Como no quería ir a la casa que compartía con Kyle, la lleve a casa con Lilian, que era como una madre para ella. La deje y me lleve su coche, ya se lo devolvería después. Pensé en ir a dejárselo a su casa y seguí las instrucciones del navegador. Una vez ahí, me encontré con Kyle y su amiga cuyo nombre no recordaba afuera en la cochera. Parecían preocupados.
–¡Blair! –abrí la puerta y su cara de sorpresa y decepción se hicieron presentes.
–Lo siento chicos, soy Estrella.  Deje a Blair en casa de una amiga, yo solo vine a dejarles su coche– respondí con una sonrisa de disculpa.
–¿Nos puedes llevar con ella? Es urgente–
–¿Qué sucede? –pregunte intrigada.
–¿No lo sabes? Murió un familiar de ella muy cercano y queremos ir a apoyarla–Al decir esto, mi cabeza me dio vueltas. Esperaba que no fuera alguien muy cercano. ¿Y si era mi hermano? O ¡Sol! No espere a que me dieran más informes y arranque el carro. Los dos iban en silencio, tal vez un poco consternados.
Seguí el sendero que hace muchos años había recorrido junto con mi padre hasta llegar a la mansión Cullen. Sabía que estábamos en el lugar correcto al notar demasiados autos y esa fragancia dulce en el aire. Estacione el coche de Reyna y entramos. Los chicos tenían expresiones serias  y de asombro. Lo imaginaba. Humanos rodeados de seres sobrenaturales con una belleza excepcional. Rosalie y Alice lloraban histéricamente mientras eran consoladas por sus esposos, Emmett y Jasper. Todos los miembros de la familia estaban dispersados por la casa, algunos en la cocina, otros en el patio, unos en la sala, también se escuchaban algunos corazones en las habitaciones de arriba... suponía que eran de las personas que más les afectaba. Al ver sus rostros supe de quien se trataba, Chace Cullen había muerto. O más bien asesinado. Matar a un vampiro era prácticamente imposible.
Encontramos a Reyna y nos acercamos a abrazarla, le extraño vernos ahí, más porque Kyle descubriría toda su farsa de Blair Davis. Aunque creo que estas alturas le importaba muy poco. Al estar ahí me sentía incomoda. Todos me miraban extraño, entre confusión al reconocerme y se preguntaban seguramente que hacia ahí después de tanto tiempo. Pero afortunadamente no todas las miradas eran dirigidas a mí. Unas eran de odio y eran lanzadas directamente a Rebekah, y a mi hermano Tyler. Decidí hacerme presente ante él. Tyler me vio y por un momento no pareció reconocerme. Enfoco sus ojos en mí y una expresión de asombro recorrió su rostro. Perfecto. Ahora si no había marcha atrás. Le dedique una mirada tierna diciendo: mi más sentido pésame. Pero una sonrisa altanera que daba a entender: pero no te desharás de mí, hermanito. Ni de Reyna. Me salí al balcón, quería estar alejada de todos mientras decidía que hacer. Debía dejar de ser cobarde y quizá volver a mi casa. Volver con Uriel y esperar a que él decidiera mi destino. Quizá así podría mantener a Christopher con vida y muy lejos de mí.
Estaba concentrada en mis pensamientos y sentía mucha tristeza por Chace. Quizá no le conocía muy bien como todas las personas que estaban en este lugar, pero no le deseaba la muerte a nadie.

Cerré mis ojos por un momento, deseando ser yo la que estuviera en un ataúd, quizá así dejaría de estar en tantos dilemas mentales y dejaría de sufrir por un amor imposible…

Estrella Deneb Farro - Capítulo 5

Escucho unos pequeños golpeteos cerca de mí y reacciono instintivamente. Abro los ojos desorientada y con un dolor de cabeza horrible. Doy pequeños masajes en mi cabeza buscando el origen de mi dolor. Un espeso y caliente líquido corre por mi cabello y mis manos. Trato de distinguir que es, pero solo con el aroma puedo adivinarlo. Sangre. Una gran cantidad de sangre se escapa de mi cabeza. Enfoco mis ojos hacia un punto pero es imposible. Oscuridad. Lo único que sé, es que estoy sumida en una inmensa oscuridad y alguien me hirió gravemente. Y ni mi vista súper desarrollada de demonio me es de gran utilidad para averiguar dónde estoy.
Unos pasos acercándose lentamente me sobresaltan poniéndome a la defensiva. Me levanto del suelo pero lo único que logro es que el dolor de cabeza se intensifique.
–Vaya, la pequeña bella durmiente despertó, y sin la ayuda de un beso de su príncipe–
–¿Quién eres?­ ¿Qué quieres de mí?–pregunto aterrada mientras retrocedo unos pasos de mi agresor. Retrocedí apenas unos cuantos centímetros cuando mi espalda toco algo frio. Una pared de metal supuse. No recordaba cómo había llegado a este punto. 
–Tranquila, no queremos ponernos agresivos, ¿o sí?–
–Te voy a repetir, ¿Quién maldita sea eres? –inquirí de nuevo al ver que no me respondía el tipo, solo estaba de pie junto a mí. Y estaba empezando a ponerme más incómoda con esta situación.
–Soy tú peor pesadilla, pequeña hibrida–me respondió una voz masculina, si no hubiera sido una alerta de amenaza, su voz se hubiera escuchado tierna y algo sensual.
–¿Qué quieres de mí?–le grite exaltada. No tenía miedo, pero el hecho de que este tipo me hubiera traído hasta aquí me daba un mal augurio.
–Primero déjame presentarme querida. Soy Damién Lydes, a sus órdenes señorita– termino con un tono de burla y encendió una luz. La habitación está vacía, las paredes están sucias y con la pintura desgastada, no hay ningún mueble o cosa que me sirva para escapar.
Rápidamente recorrí la habitación con la mirada hasta llegar a él.
Vestía casualmente, jeans algo deslavados, un tenis negro, y una playera blanca que se ajustaba a su cuerpo. Pero no era su cuerpo ni su forma tan bien moldeada lo que me llamaba la atención.
Era ese color tan atemorizante. Piel blanca, tan pálida como la de un muerto y ojos sangrientos como la escarlata.
Solo alguien podría tener los ojos rojos. Un vampiro. Y no era bueno, eso era seguro. Este vampiro era un cazador, un asesino.
–¡Basta de jueguitos! ¡Ahora dime que rayos quieres!–le grite, provocando que me doliera más la cabeza, pero el esfuerzo fue en vano. Ni se inmuto ni dio señales de algún movimiento. Solo permaneció inmóvil con una estúpida macabra sonrisa en el rostro. Trate de recordar cómo había llegado hasta aquí…

*Flashback*
–Gracias por el baile–respondí sinceramente y ligeramente apenada al guapo chico de ojos tricolor. Me sentía demasiado atraía hacia él y necesitaba alejarme. No era bueno para un humano estar tanto tiempo cerca de mí. Así que me solté de su agarre bruscamente y corrí en dirección a la salida. Estoy consciente que las personas cercanas a nosotros se giraron para vernos pero no me importo demasiado en ese momento, tenía que alejarme inmediatamente.
–¡Espera…!-No escuche mi nombre en su grito, aunque tampoco era que lo esperara. No sabía el suyo, ni él sabía el mío. Era una pena dejar a ese chico ahí en medio de la pista con todas esas personas viéndolo y pensando que me había hecho algo. Pero era lo mejor para él. Debía protegerlo. Todo de él me llamaba la atención y me provocaba. Su aroma, su esencia, su sangre. Al llegar a la entrada, mi corazón empezó a latir desbocadamente. Tonta, tonta. Me reprendí mentalmente y me invadió un ataque de cólera inexplicable. Aparte de tonta, estaba loca. Definitivamente necesitaba alimentarme, quizá a eso se debía mi desequilibrio emocional. Observe mi reflejo en un auto estacionado cerca. Mi rostro seguía cubierto por el antifaz plateado, afortunadamente. De la nada, las palabras de mi padre resonaron en mi mente. “Eres lo más parecido que tengo a tu madre desde que se marchó”. Claro que era parecida, era su mismo rostro, su misma expresión. Pero la culpa había sido de él y solamente de él. Él tuvo la culpa por su maldito orgullo y control que quería tener  con nosotras.
Poco tiempo después de que muriera la madre de mis hermanos, Jared y Tyler, Uriel Farro, mi padre, tuvo una aventura con Scarlett Henderson, una bruja blanca del Mundo de las sombras, y de ahí nací yo.
Tenía pensado casarse con ella, pero mi madre no soporto más el tormento de estar tan controlada y nos abandonó.  Ni siquiera pensó en mí al tomar sus propias decisiones y decidir irse. 
Me quede con mi padre, siempre me daba todo lo que deseara y pidiera, pero lo que no imaginaba es que tenía sus propios planes para mí en el futuro. Como casarme con un desconocido sin haber conocido el amor antes. Por eso me afectaba tanto este humano de ojos tricolor.
Temía enamorarme de él.
Temía herirlo en un ataque de sed incontrolable.
Temía que algún día descubriera lo que en realidad soy y se marchara de mi lado…
Ni siquiera me moleste en buscar a Reyna para despedirme, probablemente ya se habría marchado con Kyle. Ni trate de llamar a mi jefe Steven para pedirle el número de su hijo, nada. Lo que debía hacer era irme de ahí. Ya había hablado con mi padre, había visto a mis hermanos y a mi sobrina, así que ya no tenía nada que hacer en ese lugar.  En cuanto a ese chico misterioso, esperaba no volvérmelo a encontrar. Corrí en busca de algo a que encajarle los dientes sin la necesidad de matar, solo tomaría un poco de sangre para restaurar mi fuerza y con suerte olvidarme de todo… Deje a mis instintos guiarme cuando note la presencia de un aroma único e irreconocible, era tan fuerte pero igualmente delicioso y a muy cercana distancia.
Me acerque a pasos lentos con el fin de descubrir el origen del aroma. Estaba segura que no era humano, pero me intrigaba demasiado. Mi olfato me condujo a una banca ubicada en medio de un parque, en ella se encontraba la silueta de un hombre alto, pensé atacar a quien fuese cuando me miro con sus grandes ojos rojos como la sangre…
*Fin Flashback*

Intente recordar algo más de esa noche pero fue en vano. No sé si han transcurrido horas, días o tal vez semanas, a juzgar por mi apariencia. Aun llevo mí vestido de seda blanca del baile de máscaras que tuvo lugar en el instituto Forks, pero el vestido blanco ahora era un pedazo de tela rasgada con manchas de suciedad y sangre.  No tengo noción del tiempo, ya que no he visto más que oscuridad, pero mi mente me dice que han pasado varios días… Intento recordar que sucedió después de ahí, pero mi mente sigue en blanco. No sentía miedo verdadero, pero me tenía en gran suspenso este vampiro. Nunca me había enfrentado a uno.
–Quiero tu esencia, cariño. Nunca antes me había encontrado con una hibrida como tú. En especial a una tan fuerte de sangre-
–¿A qué te refieres? No sé de qué hablas-
–¡Tu sangre, maldita bruja! Quiero tus poderes linda, ¿acaso no lo entiendes? Tu sangre de demonio te hace fuerte, y te aseguro que me sería de gran utilidad, pero la esencia de bruja es aún más fuerte. Supongo que tu madre debe ser una poderosa bruja. Imagínate lo que podría hacer yo con eso. ¡Un sempiterno con sangre de una poderosa bruja!
–¿Y cómo piensas obtenerla? ¿Matándome? Tú mismo lo has dicho imbécil, soy una bruja y puedo realizar un hechizo para que mi sangre sea inútil para ti–respondí tratando de parecer fuerte e indiferente al miedo que me provocaba, pero la verdad es que no sabía si era verdad que podía lanzar un hechizo contra mí misma. En realidad no sabía cómo utilizar mis poderes. Sabía que tenía en la sangre un gran poder, pero jamás había utilizado estos dones otorgados por mi madre.
Trate de dejar fluir la magia por mi cuerpo, pero era imposible. Jamás lo había hecho antes. En lugar de eso, decidí recurrir a la fuerza física.
Me acerque rápidamente a Damién y lo ataque. Golpeándolo en el pecho, usando toda mi fuerza y peso contra él. Obviamente poseía más fuerza que yo, pero bloqueaba sus ataques todo lo mejor que podía.
–¡Maldita hibrida! ¿Por qué no haces las cosas más fáciles y te rindes?–respondió furioso, obviamente me había tomado como una criatura indefensa.
Lo tome del brazo y estaba dispuesta a tirar de el con el fin de desprenderlo cuando se giró y me tomo del cuello, provocando que fuera muy difícil aspirar oxígeno. Con mi puño lo golpee en la parte superior derecha de su pecho, provocando un crujido, como de cristales rompiéndose en mil pedazos. Sabia por pláticas escuchadas a hurtadillas de mi padre con otros demonios que la única forma de matar a un vampiro era arrancarle la cabeza y prenderle fuego. No tenía el fuego a la mano, pero usaría toda mi fuerza para hacerlo pedazos. Intente golpearlo una vez más pero me sorprendió con un golpe en mis piernas, tirándome al suelo y golpeándome la cabeza de nuevo. ¡Demonios! Estaba segura que ahora si sería mi fin. Era demasiado fuerte para mí, no me había alimentado en semanas, además nunca había desarrollado mi fuerza ni tampoco los poderes de bruja. Solo esperaba un día no muy lejano alguien le hiciera pagar por mi muerte…

Se aproximó a mí con el rostro digno de una fiera y mostrando sus largos colmillos. Me puso de pie solo con una mano bruscamente hasta quedar frente a él. Quedamos extremadamente cerca. Me enfurecí demasiado, añadiendo el terror que sentía al ver mi muerte aproximándose. Extendí los dos brazos hacia el frente, y le empujé con toda la fuerza que fui capaz de emplear, pero también una ligera bruma color naranja, <no naranja brillante, sino como el naranja de un atardecer>, salió de mis palmas haciendo que el vampiro se estrellara contra la pared y después cayera al suelo encendiendo fuego en su pierna. No estaba segura si esto lo quemaría por completo, pero no me arriesgaría a esperar para comprobarlo. Corrí a velocidad inhumana rumbo a la salida, abrí la puerta y un nuevo dolor en la cabeza me invade. Estaba exhausta y me deje vencer ante el sueño y sumiéndome en una oscuridad…

Estrella Deneb Farro - Capítulo 4

Pasados los minutos de mi encuentro rápido –o más bien el regaño que nos hicimos mutuamente- “Blair Davis y yo” decidí que era momento de dejarme de tonterías estúpidas. Debía buscar a mi padre Uriel y encararlo. Hacerle ver que ya estaba de regreso, estaba decidida a no dejarme intimidar de nuevo por él. Camine por el lugar, tratando de reconocer a los que bailaban y convivían alegremente. Creo que usar antifaz ciertamente había sido una grandiosa idea. Nadie era reconocido, todos podían simular ser otras personas sin atenerse a nada. Yo agradecía a la chica que había planeado esto. Gracias a mi antifaz podía mantenerme en anonimato. No quería que me reconocieran aun. No sin antes ver a mi familia. Vi a lo lejos a Reyna con Kyle, estaban bailando, por lo que decidí que estaría bien dejarlos un momento a solas y brindarles intimidad, aunque estaría lo suficientemente cerca para vigilarla…
Caminaba muy cerca de la pista de baile, cuando observe a unos chicos de cabellos castaños claros y ojos muy familiares. Jared y Tyler. Mis hermanos mayores. Reyna me había contado por e-mail que Jared había perdido la memoria hace unos meses, justo después que me fuera. No recordaba nada de su vida. Por lo que sería seguro que no me recordara. Sentí ganas de llorar, correr a abrazarlo y decirle que lo extrañaba demasiado. Que era su hermanita y que lo necesitaba. Pero afortunadamente tenía una vida diferente. Y no tenía derecho a quitársela. Era mejor para el que continuara así, por lo que decidí seguir mi paso y hacer como que no lo conocía. Se veía algo pasado de copas. Mi instinto sobreprotector estaba a punto de ganarme cuando vi que una chica de vestido blanco, del mismo color que el mío se acercaba a él para ayudarlo. Bueno, al menos sé que ella cuidara de él. Tyler, era otro asunto, estaba bailando con la rubia esa que tenía como prometida, parecía tan feliz. ¿Cómo podía estarlo después de abandonar a su  hija? ¿A Reyna? Era simplemente monstruoso.
Me sentía como una idiota aquí yo sola y los demás bailando en pareja. Pensaba seriamente en hablarle a Steven Collins, mi jefe, para que me ayudara a localizar a su hijo, el que según había estado de viaje. Iba caminando tan distraída con mis pensamientos que no me fije cuando choque con un hombre alto y que casi me tiraba. ¡Rayos! ¡Mi padre! Creo que estaba a punto de ponerse emocionante el asunto.
–Perdona, no me fije por donde iba–me disculpe con la mirada abajo. No sabía cómo reaccionaría verme así de repente.
–Fue mi culpa también. ¿Estás bien?– me mira y se queda callado por unos segundos. Sé que está seriamente intentando reconocerme.
–Sí, gracias. Nos vemos–le respondí rápidamente tratando de alejarme.
–Espera. ¿Estrella? No puede ser… ¿Eres tú? Tus ojos… Te me haces familiar–pregunto atrayéndome hacia mí y obligándome a verlo fijamente.
Entonces ese era el momento. Decidida y con toda mi fuerza de voluntad, enderece mi espalda y puse una actitud de seguridad impresionante. No me dejaría sentir intimidada.
-Hola padre- lo salude mientras me quitaba el antifaz y le dedicaba una mirada desafiante.
-¡Estrella! Esto sí que es una sorpresa. ¿Qué demonios estás haciendo aquí? No se suponía que jamás volverías a Forks y que no querías saber nada de nosotros-respondió sorprendido, pero termino en un tono hipócrita y sarcástico. Odiaba eso.
-Cierto, pero aquí me tienes. No pienso volver a tu casa, si eso es a lo que te refieres. Pero he vuelto a Forks, y ya nada me hará irme-inquirí desafiante. No podía permitirme sentir miedo ante su mirada asesina.
-Me parece bien. Te deje ir en paz, no te busque, y te deje vivir tu vida. Es tu decisión el haber vuelto. Pero sabes que tienes aun tu casa por si algún día quieres volver-termino en un tono triste y melancólico. ¡Rayos! Porque me hacía esto. A veces era tan frustrante su manera de ser.
-¿Quieres que regrese a la casa para así poder casarme a la fuerza con alguno de tus socios favoritos como lo intentaste la vez pasada?-me reí sarcásticamente. –No, gracias. Yo ya tengo un trabajo y no necesito de ti.
-No hija. Al contrario. Sabes que en verdad te quiero. Eres mi única hija. Lo más parecido a tu madre que tengo. Desde que se marchó, sé que he hecho las cosas mal, pero quiero arreglarlo. Vuelve a casa, Estrella-. Termino enfatizando la palabra madre. Y me tomo por los hombros dedicándome una mirada triste. ¿Por qué me hacía eso? Perfectamente sabía que extrañaba a mi madre más que a nada. Que fui yo la que sufrió más su ausencia. Que me atormentaba yo misma al verme al espejo, porque veía su reflejo. Y ahora, ¿pretende arreglar las cosas así como así?
-Perdón, pero ahora no pienso volver. Solo quería que supieras que estaba de regreso. Soy una adulta y si algún día pienso volver a tu casa, créeme que serás el primero en saberlo. Por ahora, solo has como que no estoy aquí, por favor-
-Claro, pero las puertas de tu casa, porque aún es tu casa, siempre estarán abiertas para ti mi vida. Diviértete el resto de la velada- término con un fuerte abrazo, que hasta sentí sincero, me dio un beso en la mejilla y se fue.
¡Claro! ¿Divertirme? ¡¿Cómo tendría cabeza para divertirme y gozar de la noche con toda esta maldita mierda de vida?! Decidí quedarme sentada otros minutos más. Ya había hecho un avance al hablar con él. Mi conciencia estaba tranquila. No fue lo que esperaba. Pero creo que fue un avance. Y debo admitir que sus palabras me afectaron más de lo que pensaba. Lo extrañaba. Lo extrañaba inmensamente. Era mi padre, aun después de toda la mierda que hizo. Estaba a punto de levantarme para retirarme a mi departamento cuando se me acerco un chico alto, de piel bronceada. Con músculos evidentes. Lucía un traje de noche negro, con una corbata de lazo negro. Lucía perversamente tentador, descuidado, cabello ligeramente despeinado, ojos de color que brillaban con ciertos pensamientos eróticos, esa hermosamente esculpida boca, labios levantados en una sonrisa sexy y divertida. Me parecía familiar. ¿Pero de dónde? Trae un antifaz sencillo color negro y este parece un príncipe salido directamente de un cuento de hadas. Mi príncipe con un antifaz que se convierte en algo más oscuro, más sensual. Todo lo que puedo ver en su cara es su hermosa boca cincelada y su fuerte mandíbula. Me aguanto las ganas de lanzarme a sus brazos y suprimo un suspiro.
–Srta. Buenas noches. ¿Me permite este baile?
–Perdone. La verdad, es que estaba a punto de retirarme de la velada
–¿Aburrida?
–No, simplemente no me apetece más estar en este lugar.
–Entonces permítame bailar con usted y así quizá pueda animarse un poco-insistió el joven de piel aperlada.
-¿Cómo se llama?-
–¿Qué le parece si conservamos la magia del momento?
–¿Lo conozco?- pregunte intrigada. Era demasiada coincidencia.
–No que yo sepa, y ¿usted?-me causo una nostalgia desconocida al decirme esto. No me recordaba. No estaba 100% segura si era él.
–No que yo recuerde. Aunque esos ojos me resultan familiarmente conocidos- dije sarcásticamente, pero ocultando el tono. Lo conocía. Esos ojos eran familiares. Muy familiarmente conocidos. ¿Era mi chico del avión? ¿El chico que muy estúpidamente deje ir? ¿Era el amigo de Jared? ¿Quién demonios era él?
–Llegue hace unos meses a Forks. Me encontraba estudiando en Italia.
–¡Qué casualidad! También yo estaba por Europa y llegue hace poco a Forks- inquirí para ver su él se acordaba de nuestro breve encuentro.
–¡Qué casualidad!-exclamo imitándome y reímos juntos levemente. –Y si me permite decirle… Es una joven muy hermosa, mas con ese vestido blanco. Parece un ángel.
–Gracias. ¿Aunque no cree que es muy atrevido?-me reí mentalmente de su atrevimiento. Lo resultaba encantador.
–Es una dama con ojos muy hermosos y merece ser alagada por su belleza-. Me sonrojo inevitablemente. Era tan encantador. ¿Sera que en realidad este es el chico que me ayudo con mi equipaje en el avión? Tiene un aire familiar, pero con tantas personas en este baile. Era imposible definir quién era. Ninguno de los dos dijo nada mientras bailábamos, solo me tomaba de la cintura tiernamente y nos movíamos al compás de la música lenta. Creo que al fin tenía un baile verdadero. Me tomo de las palmas de la mano y me aleja sutilmente de él, para después darme una vuelta y abrazarme delicadamente con sus torneados brazos. Después del baile me ofrece una copa de vino. Es champan pálido color rosado. Tiene un sabor deliciosamente crujiente y ligero. ¡Demonios! No sé qué me pasa con este humano. Es tan caballeroso, tan galante. Tan sensual… Que provoca estremecimientos por todo mi cuerpo con tan solo tocarme. Además siento que últimamente me hacía maldecir mucho. Está bien, soy una demonio, pero aun así, convocarlos frecuentemente era raro. Y más raro era el misterio de saber quién es, que me causaba demasiados escalofríos…

Estrella Deneb Farro - Capítulo 3

Estaba dando los últimos detalles a mi atuendo para el Gran baile de Máscaras, cuando escuche “Crazier” de Taylor Swift en mi celular. Era una llamada de Reina. Mi adorada ex-cuñada.
-Ya es hora, llegamos por ti en 10 minutos-me dijo la voz cantarina de Reyna por el otro lado de la bocina.
-Gracias Reyna… digo Blair-respondí sarcásticamente. Me daba mucha gracia el tener que decirle de manera diferente. Sinceramente aun no me acostumbraba. No sé cómo podía mantener la farsa tanto tiempo. Pero sabía que los motivos eran demasiado grandes y solo por ser la madre de mi adorada sobrina lo soportaba.  No me agradaba mucho la idea de llegar con ella al baile, levantaría muchas sospechas, pero yo ya no era estudiante del Instituto Forks y necesitaba ir acompañada de uno para que no fuera demasiada la obviedad de mi asistencia al baile. Tenía que pasar desapercibida. El tiempo pasa demasiado rápido, y lo único a lo que me dedico es a repasar en mi mente el nombre de las personas que conozco y recordar el color de su cabello y ojos. Esta noche lo más seguro es que sea la única manera de reconocerlos. Me miro al espejo y me doy un vistazo para verificar mi atuendo. Mi cabello cae en ondas suaves alrededor de mi cara, derramándose sobre mis  hombros hasta mis pechos.
Meto un mechón detrás de mí oreja dejando al descubierto mis pendientes plateados. Mantuve mi maquillaje al mínimo, buscando un aspecto natural, delineador de ojos negro, rímel, un poco de rubor rosado, y lápiz labial de color rosa pálido. Abrigo de raso y bolso plateado.
Pasados los minutos, decidí bajar las escaleras de mi departamento y encaminarme a la calle. Reyna ya se supone que estaría esperándome abajo.
La calle estaba oscura. Era algo que me encantaba de mi nuevo hogar. Brindaba cierta intimidad y el lugar aunque era tétrico y oscuro, era muy cálido el ambiente de día.  Un bonito coche estaba enfrente de mí. Ni siquiera tenía que preguntar quién era. Era Reina y su amigo, un tal Kyle.
-Listo, vámonos-les sonreí a ambos, y ese chico, Kyle, asintió con la cabeza, poniendo en marcha el coche, dirigiéndose al baile. -¿Nuevo color de cabello, Blair?-Rodé los ojos en la oscuridad y sonreí. Tratando de no sonar tan sarcástica. Pero entendía su cambio. Necesitaba aparentar ser otra persona.
-Sí, ya sabes yo siempre cambiando de estilo-me respondió con una sonrisa nerviosa. También yo estaba nerviosa. No tenía idea de que haría exactamente esta noche. Enfrentarme. Regresar. Hacerme la mártir. Ser fuerte. Muchas ideas pasaban por mi mente.
Después de un incómodo silencio. Incomodo porque no podía platicar con ella sobre Sol, sobre Tyler, sobre mi padre, llegamos al Instituto. Tenía demasiadas ansias de entrar, de ver de nuevo a mis amigos y en especial a mi familia. Apenas se había estacionado cuando estaba a punto de salir corriendo.
-Bueno chicos, gracias por el aventón, los veo adentro-.Sonreí y en unos segundos ya estaba adentro del colegio.
El lugar estaba increíble, no esperaba más ya que según lo habían organizado las típicas chicas populares de la escuela. Y las candidatas a reinas del baile. Arreglos Florales, máscaras bellísimas encubriendo rostros para mantener el misterio de la noche, luces colgantes en los pasillos. En París, celebran los bailes de fin de curso en el salón de recepciones de los hoteles más lujosos; sin embargo, aquí, el baile se hace en el gimnasio, por supuesto. Seguramente que debía de ser la única sala lo bastante amplia en Forks para poder organizar un baile. Por todos lados había arcos con globos y las paredes estaban festoneadas con guirnaldas de papel de seda.…
Todos estaban bailando y bebiendo, debía admitir, esta fiesta era divertida. Pero yo tenía un objetivo. Y no era especialmente divertirme. Era encararme a mi padre si tenía la oportunidad. Paseaba elegantemente por la pista de baile, tratando de mirar los ojos de las personas con quien me topaba pero a la vez pasar desapercibida ante los que me pudieran reconocer.
Pasados los minutos escuche una voz grave y masculina que murmuro desde una parte del otro lado de la pista de baile. Era Uriel, mi padre. ¿Qué tanto decía en este momento?
–Sí, Tyler y Rebekah están comprometidos… -Oh, ya veo que tanto anda celebrando, su adorado compromiso. Aunque fuera una total tortura para mi hermano. No podía estar hablando enserio... Suspire y sentí una inmensa rabia hacia  mi padre. Mire a Reyna, y veía como se tensaba ante su acompañante. Pobrecilla. Sentía compasión por ella. Entonces me concentre a prestar atención de nuevo a mi padre, y al otro hombre, por cierto, algo apuesto tomaba el puesto de él terminando la oración que dejo inconclusa.
-Así que brindemos por ellos. ¡Salud!- termino el chico rubio de ojos enigmáticos. Así que él era del clan vecino. ¿Pero quién es? Se me hacía conocido, pero eso no podía ser posible. Mi padre nunca me dejo interactuar con ellos. Solo me menciono de ellos hasta que decidió comprometerme con el primogénito. Alcance a ver a mi hermano Tyler quien sostenía la mano de una rubia algo consternada pero sonreía radiantemente. Esto era una blasfemia. Una calamidad. ¿Cómo podía estar tan tranquilo mi hermano? Vi a Reyna aferrándose a Kyle mientras devolvía el estómago. Estaba vomitando asquerosamente. Así que me acerque rápidamente a ella. No podía permitir que llamara la atención. Se suponía que no estaríamos ahí.
-Blair, ¿podemos hablar? –sonreí como si no pasara nada mientras la tomaba del brazo.
-Claro. Kyle, ¿nos permites?-inquirió Reyna con una sonrisa pícara dirigida al chico, este frunció el ceño como si le molestara dejarla a solas y se alejó lentamente de nuevo al baile. Dejándonos solas.
-¿Qué ha sido eso?-le pregunte furiosa. ¡Estuvieron a punto de descubrirnos!
-¿De qué hablas?-contrataco con otra pregunta inocentemente.
-Haberte salido del baile así, da gracias que nadie te ha pillado más que yo. ¿Me quieres explicar a qué se debe tu vomito?-le solté de repente. Lo que me faltaba es que fuera causado por un embarazo. ¿Tan poco amaba a mi hermano que ya se había acostado con alguien que apenas conoce? Me miro confundida. No quería pensar mal de ella. Pero los hechos demostraban algo que deseaba no fuera verdad.
-Estrella, tranquilízate, ¿sí? No es eso. Ver a tu hermano con Rebekah y todos brindando me ha puesto así, es todo. No lo entenderás hasta el día que te enamores- me respondió seriamente y entendí que era verdad. Pero no pude evitar sentir aun algo de furia. “No lo entenderás hasta que te enamores” ¿Me creía una estúpida niña que no sabe de la vida? Si, está bien, nunca me he enamorado realmente. De hecho ni siquiera había tenido un novio que me durara más de una semana, pero no podía dar por hecho de que no sabía que era el amor verdadero, aunque nunca lo había experimentado. Me atrapo con la guardia baja y me causó conmoción y tristeza. ¡Rayos!

-Está bien, ahora vuelve adentro y no hagas una escena- acaricie su brazo en señal de apoyo y me aleje. Tratar con ella me hacía sentir tan vulnerable. Me hacía regresar a mis años de juventud cuando solo era una estúpida adolescente celosa de ella por quitarme a mi hermano.  Vi que Reyna regreso con su cita, Kyle y estuve más tranquila porque al menos él la cuidaría. Pero estaba inquieta, ¿será que Reyna se está enamorando de él? No, no, no. No podía olvidarse de mi hermano y de mi sobrina… Quien por cierto, no había visto aun y esperaba encontrármela pronto. Seguí caminando por la pista de baile esperando el momento perfecto para ver a mi familia…

Estrella Deneb Farro - Capítulo 2

Después de unos días de pensar en cómo presentarme de nuevo a mi familia, siento que mi cabeza está a punto de explotar. Además hace días que no me alimento bien. Odio mi vida. Odiaba tener que matar a humanos para poder sobrevivir. Yo no quería robarle de nuevo el alma a una persona, fuera buena o mala.
En Europa había podido controlarme de beber sangre por unas cuantas semanas, tomaba pequeñas porciones para no matar cruelmente a los que “voluntariamente” se ofrecían a mí y me “regalaban” su sangre. Para ellos era un privilegio morir en mis brazos. Me veían como un Ángel que viene por ellos en la hora de su muerte. Lo malo de robarme sus almas eran los efectos secundarios. Como los lamentos por las noches, las horribles pesadillas, las noches sin poder dormir, la maldita culpa que sentía al arrebatarles la vida… Todo iba junto, en el mismo paquete y arruinaba mi patética vida. Si es que se le podía llamar vida a lo que tenía.
Aquí en Forks, luchaba incesantemente por no matar a las personas, pero era algo que no podía dejar de hacer, tenía que hacerlo para sobrevivir, mi aspecto era demacrado a la hora de no alimentarme, por eso me alejaba lo más que podía de la sociedad, dejaba a mis instintos guiarme, y desconectaba mi mente y mis sentimientos para alimentarme…
-Estrella, ¿puedo pasar?-Steven toco la puerta de mi oficina distrayéndome de mis pensamientos...
-Adelante-abrió la puerta mi jefe con una sonrisa tímida.
-Estrella, ya casi es el baile de máscaras, ¿ya tienes lo que usaras por la noche?-me soltó de repente. ¡Demonios! Se me había olvidado eso.
-La verdad no-
-¿Por qué no aprovechas tu descanso? Ves, yo puedo arreglármelas solo-
-¿Enserio? ¡Muchas gracias!-
No me lo había dicho dos veces cuando ya estaba tomando las llaves del coche de la empresa y salía corriendo rumbo al centro comercial. Eran las 11:30 am, tenía exactamente una hora para recorrer los departamentos de ropa, además necesitaba un antifaz perfecto para la ocasión. Necesitaba uno, pero no tenía ni idea de cómo seria. Entre y me dirigí directo al aparador donde se encontraban los antifaces.
Y entonces la vi. Era una intrincada mascara de plata con plumas blancas en un penacho con flores pequeñas y sencillas, junto con hilos de perlas que coronan la parte izquierda y derecha. La máscara es bella. Una cinta de plata rodea los bordes blancos y una exquisita filigrana está grabada alrededor de los ojos.
Me enamore al instante del antifaz por lo que no dude en comprarla.
El problema es que no tengo un vestido con que usarla. 
Después de pagarla me dirigí a boutique a buscar un vestido.
Los modelos que tenía en mi closet estaban pasados de temporada y necesitaba uno moderno si quería verme bien en el baile.
Llegue a la boutique “R&L” y me fui directo a los vestidos. Había varios estilos y colores, pero ninguno llamaba mi atención.
Después de media hora de estar probándome varios modelos, la chica que me estaba atendiendo me mostro uno del que me enamore. 
Era un vestido straples, largo hasta el suelo, de satín plateado con blanco. Me queda ajustado a mi cuerpo y realza las pocas curvas que tengo en él. Mis  zapatos. Son tacones de gamuza blanco que coinciden con el vestido que he elegido usar.
-Parece un ángel, señorita Farro, una chica lista para la alfombra roja-me dice la empleada con una sonrisa sincera. No me diría ángel si supiera que soy una demonio.
Me decido por el vestido, lo pago y corro a mi trabajo, era tarde y mi hora de comida había terminado...
Regresé rápidamente a las tétricas oficinas de mi trabajo y fui con Steven a enseñarle lo que había comprado.
-No sabes lo que encontré-
-Haber Estrella, por cierto, ¿quién te llevara al baile?
-Reyna, digo, Blair, quedo de pasar por mí. Me iré con ella y ya después andaré por mi cuenta-respondí tímidamente.
-¿Y cómo regresaras?- ¡Rayos! No había pensado en eso.
-Puedo pedir de nuevo un aventón o un taxi-
-Ni se te ocurra. Si necesitas que vaya por ti, me puedes llamar. O es más. Le pediré a mi hijo, Alex, que te lleve a tú casa y este al pendiente de tú toda la noche. Él estudia en el Instituto e irá al baile también. Puede que hasta bailen juntos-me dijo con un tono autoritario que no daba lugar a discusiones. ¿Alex? No conocía a su hijo, pero tenía entendido recién había llegado de un viaje de intercambio que tuvo.
-Gracias, te agradezco de todo corazón Steven, pero no quisiera molestarlo. Además esta noche no pienso bailar con alguien o siquiera interactuar. Tengo un objetivo, y ese es ver a mi familia. Ver cómo está las cosas sin mí, como han estado desde que me fui. Si tengo oportunidad hablare con mis hermanos, con mi sobrina y si es posible, con mi padre Uriel. Tengo muchos cabos sin atar. Y también necesito comprobar si es que están felices todos. Hui de Forks tratando de olvidarme de todos, evadiendo mis responsabilidades. ¡Tenía 18 años! ¡Estaba asustada, aterrada de tener que casarme con un desconocido por una maldita obligación!-termine exaltada y furiosa. Recordar el pasado me provocaba demasiadas emociones difíciles de controlar-
-Tranquila Estrella. Por favor, no te alteres. Lo que menos quería era alterarte-me responde mientras me toma de los hombros en señal de apoyo. Como hubiera querido que mi padre fuera así. Aunque Steven era un abogado defensor del mejor postor, (generalmente delincuentes), creador y distribuidor de documentos falsos, era un excelente consejero. -Y de hecho, perdona, pero le he platicado de ti a mi hijo y tiene ganas de conocerte-me dijo tímidamente. Eso era nuevo, ¿él hablando de mí?
-Bueno, ya veremos. Discúlpame por mi reacción-me disculpe y me sonrió con cariño. A los pocos minutos recibí una llamada, era Reina...

Creo que esto estaba a punto de ponerse emocionante...

Mi primer experiencia docente

Cuando comencé mi labor docente en la Escuela Luis Donaldo Colosio Murrieta fue una experiencia significativa y llena de sentimientos encon...